Años 80. Ed y Lorraine Warren se enfrentan a un nuevo caso de la mano de un hombre, Arne Cheyne Johnson, acusado de un terrible asesinato tras haber sido poseído por un demonio.
"La corte acepta la existencia de Dios cada vez que un testigo jura decir la verdad. Creo que es hora que acepte la existencia del diablo."
Al día de hoy, y si como espectadores y consumidores de cine honestos que somos, debemos admitir, la saga de películas de El Conjuro se ha convertido en una de las mejores dentro del género, no solo por su capacidad de asustar al espectador en momentos inesperados, sino también por ser capaz de tejer historias atrapantes, entrelazadas y que nos dejen importantes mensajes.
Era obvio que debía traerles la reseña de esta tercera entrega de la historia central del Universo de El Conjuro, como una fanática de la misma desde su primera aparición con "El conjuro 1", no me he perdido ninguno de sus estrenos, y aunque si es cierto que ha tenido altibajos, he de ser honesta: la trilogía original nunca me ha fallado.
Volvemos con nuestro matrimonio favorito, los Warren, conformado por el experto religioso Ed y su esposa, la psíquica Lorraine. Al comenzar nuestra historia, vemos como se encuentran documentando el exorcismo de David Glatzel, un niño de 8 años que habría sido poseído por un demonio. Para poder salvarlo de perder su alma, estos proceden a salvarlo junto con el padre Gordon, y la familia del niño, entre los que se encuentra el novio de la hermana, Arne Johnson.
Tras lo que parece ser un resultado exitoso, que acaba con Ed en el hospital herido, este le revela a Lorraine una peligrosa verdad: el demonio no se ha ido, sino que ha pasado a Arne, y deben detenerlo antes de que cometa un crimen atroz.
Llegando tarde para evitar la tragedia, es que comienza realmente nuestra historia, cuando Arne es llevado a prisión por un asesinato, y los Warren deben probar a la justicia que este ha sido poseído por un demonio y que no fue realmente él el asesino. Pero, ¿Cómo probarle a un mundo escéptico la existencia del mal?
A diferencia de las anteriores entregas donde nos centramos mucho más en la vorágine de estos luchando directamente contra el mal, esta segunda entrega se centra mucho en las investigaciones que deben realizar para poder salvar a Arne de su destino—la silla eléctrica—, teniendo que demostrar lo imposible. Pero como se revela, todo mal necesita de una mano que lo mueva, y en esta tercera entrega, descubriremos el peor de todos los males: la propia humanidad.
Es interesante este concepto que consigue plantearse en la entrega, sabemos que existe el satanismo, sabemos que es una practica llevada por cientos de personas. Y comprender el mal desde la propia humanidad y no impulsada por fuerzas demoniacas solamente, plantea esta idea de como el mal no necesariamente está atado al demonio, sino a la propia naturaleza humana, como pueden existir personas que representen y ejerzan el bien (los Warren) y otras que elijan el mal (el villano de esta historia).
"Debemos tener mucho cuidado de cómo nuestras obsesiones pasan a nuestros hijos"
Y al final del día la continua lucha de poder entre ambos amor/odio y como estas son las fuerzas primordiales que harán, dependiendo de cuál pese más, que uno u otro gane.
En esta entrega no hay una formula que lleve a nuestros héroes a la victoria, no existe un pasaje de la biblia o un exorcismo que consiga salvarlos del mal. Sino que es este concepto: el amor, religiosamente hablando, la esencia misma de Cristo manifestada en el sentimiento humano.
Vera Farmiga y Patrick Wilson tienen como siempre una química impresionante que hace imposible al espectador no creer que son matrimonio en la vida real, los actores tienen una comodidad trabajando juntos que se refleja fielmente en la pantalla. Lorraine y Ed son personajes que no necesitan de una enorme profundidad en cuanto a sus pasados—del que sabemos muy poco— para conseguir engancharnos con estos y tenerles un inmenso cariño.
La tranquilidad de Lorraine y la fiera valentía de Ed, el compas que ambos marcan mientras se mueven por la trama, hace que las actuaciones sean fenomenales y dignas de admirar y aplaudir.
También tenemos que decir, que son dos actores que han demostrado en todos sus proyectos ser magistrales.
Quiero destacar también la actuación de Ruairi O'Connor en el papel de Arne, una de las cosas que más me gustó de su personaje, fue la capacidad de ver la consumición que el mismo sentía y era llevado por el demonio, como este le estaba lentamente arrebatando su esencia misma de vida, consumiéndolo, extirpándole las ganas de vivir y de existir. El actor consiguió mostrar fielmente este reflejo en su propio actuar.
Y, finalmente, no puedo no mencionar a John Noble a quien pudimos ver nuevamente en pantalla como el padre Kastner, Noble es un actor que no falla y todos lo saben, soy una gran fanática del actor desde Fringe, una serie ALTAMENTE recomendada, queda de más decir. O su aparición en Sleepy Hollow.
El final a pesar de que no fue sorpresivo, porque conocemos la historial original, si consiguió mantener un ritmo tan eléctrico y tan fuerte que me sentía al borde del asiento en cada momento para ver cómo se iban a desarrollar las cosas. Y el mensaje final cerró con broche de oro toda la historia a la perfección con un único mensaje: el amor como fuerza capaz de salvarlo todo.
En resumen, «El Conjuro 3» consigue nuevamente no decepcionar al espectador trayéndonos una historia oscura, atractiva y aterradora. Con nuestro matrimonio favorito y el pero de todos los villanos: la maldad del ser humano.
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