He terminado recientemente de verme la primera temporada de Emily en París y tengo que decirles muchas cosas al respecto, y sorprendentemente, no muchas son buenas. Vale, que en general es una serie decente que uno puede ver sin pensarla demasiado para pasar la tarde, básicamente lo que fue Sex and the city en su tiempo, pero que cuando te la pones a pensar un poquito es un… ¿mmm qué estoy viendo?
La serie cuenta con 10 episodios y una sola temporada, aunque es probable que le den una segunda. La misma fue creada por Darren Star, quien fue el mismo creador de Sex and the City, de ahí la similitud.
Emily en Paris sigue a Lily Collins encarnando a la joven e idealista Emily, una chica que trabaja en una empresa de marketing en Estados Unidos, pero que consigue una oportunidad única de viajar a París para trabajar en una compañía durante un tiempo.
Es allí donde se enfrentará a múltiples desafíos: como una jefa que no consigue soportarla (El diablo viste de Prada), que todos por alguna razón se enamoren de ella y tener una fuerte atracción sexual por su vecino, quien resulta tener pareja (Camille).
Para hacer más ameno su nuevo mundo, Emily se hace amiga de Mindy Chen, un estereotipado personaje asiático, quien le mostrará la vida parisiana y la ayudará a encontrarse a ella misma. Porque todos conocemos que la mayor diversidad que Netflix puede poner en su catalogo es hacer que un personaje de este estilo sea el consejero del protagonista blanco.
Y es que eso no es lo malo, porque podemos pasar por alto esa “diversidad” que intentan vendernos, pero la serie consigue romantizar la infidelidad, y haciéndola aún más shady con Emily volviéndose amiga de la pareja de Gabriel (su vecino), quien resulta ser un personaje dulce y amable que le abre la puerta de París y la ayuda en todo lo que necesite.
El personaje de Emily me cayó cuatroscientos escalones luego de verla ir de persona en persona —PORQUE TODOS se enamoraban de ella—, y siempre saliendo victoriosa de todo lo que quería conseguir. Esto nos remite a la clásica Mary Sue que intentan vendernos con “defecto” pero que no es nada realista.
¿Tienen Emily y Gabriel química? Si, pero también es cierto que se podría haber manejado mucho mejor su romance que intentando justificar la infidelidad y romantizarla de la forma en la que lo hicieron. Y más aún, trayendo a Camille al drama.
Como mencionaba, la serie en si no es mala, no soy una gran crítica de vestuario, en general los look de Emily me recordaron a Katy Keene (todo su personaje), por lo que no tengo grandes quejas como sé que hay en el tema.Me hubiera gustado ver más en profundidad a otros personajes, y que no sean solo “alivios cómicos” o “personajes superficiales”, ya que esto consiguió que la trama tuviera un matiz muy simplista.
La misma Emily continúa indescifrable para nosotros, no sabemos de su pasado, de sus padres, de su pareja, de su anterior vida. Todo quedó sepultado y empezado de nuevo en París, pero eso nos genero una página en blanco que con las pocas acciones vistas, nos hace dudar de si queremos llegar a conocer.
En resumen, a pesar del maravilloso cast que tiene la serie, «Emily en París» consigue desencantarnos, algo que la ciudad del “amor” parece no hacer con sus visitantes. Con una trama problemática, un personaje que no logra ser profundizado y personajes secundarios que giran simplemente a su alrededor sin tramas propias, nos quedamos con la duda: ¿vale la pena una continuación?
¡Hola!
ResponderEliminarA mí de tan absurda que se me hizo en muchos momentos y de las cosas que mencionas, me entretuvo, jajaja.
Creo que es una serie para pasar el rato o tenerla de fondo.
Hola!
ResponderEliminarMe resulta cansador cuando es el mismo personaje el que tiene toooodas las soluciones, pero los escenarios casi hacen que se vea sola.
Sl2!